95. Con decisión fomentar el desaliento en los jóvenes poetas
Es evidente y la verdad no necesita
más pruebas: La República de hoy
no necesita poetas. Y no te lo preguntes
demasiado. Caminas por la ciudad
seguro de que es mejor hacer otras cosas.
Estás acabado. Resentido. Y deberías
Retirarte.
Al viejo poeta desdentado -en que
te has convertido-solamente le interesa sodomizar
a los jóvenes poetas
con un duro salame de milán o algún
poderoso pepino bien verde
-a falta de erección.
Los jóvenes poetas -hembras temblorosas
libradas a la suerte capitalista- son de chupar
la verga flaccida y perfumada.
Y tú sonriendo con estupidez a la sensibilidad
desarrollada, a las palabras felices que se te ocurren.
La República lo sabe, claro, la República lo
espera. Estás acabado. Compites con
jóvenes demócratas.
Y tu sonriendo, la verga torcida, al aire,
la punta húmeda acariciada por el viento que
entra por la ventana esta mañana y te sorprende -el viento
siempre te sorprende. Y esas bocas lascivas
de los jóvenes poetas... qué putos.
más pruebas: La República de hoy
no necesita poetas. Y no te lo preguntes
demasiado. Caminas por la ciudad
seguro de que es mejor hacer otras cosas.
Estás acabado. Resentido. Y deberías
Retirarte.
Al viejo poeta desdentado -en que
te has convertido-solamente le interesa sodomizar
a los jóvenes poetas
con un duro salame de milán o algún
poderoso pepino bien verde
-a falta de erección.
Los jóvenes poetas -hembras temblorosas
libradas a la suerte capitalista- son de chupar
la verga flaccida y perfumada.
Y tú sonriendo con estupidez a la sensibilidad
desarrollada, a las palabras felices que se te ocurren.
La República lo sabe, claro, la República lo
espera. Estás acabado. Compites con
jóvenes demócratas.
Y tu sonriendo, la verga torcida, al aire,
la punta húmeda acariciada por el viento que
entra por la ventana esta mañana y te sorprende -el viento
siempre te sorprende. Y esas bocas lascivas
de los jóvenes poetas... qué putos.